En el año 1273 el rey de Castilla Alfonso X crea una organización cuyo fin era el de regular, controlar y proteger el trasiego de ovejas entre las tierras serranas del norte del país y los pastizales de los páramos extremeños y andaluces. Había nacido el Honrado Concejo de la Mesta. La actividad no era nueva, probablemente se hubiera dado desde hacía centenares de años, pero ahora era una obligación la de mantener los 100.000 km de rutas, repartidas entre cañadas, cordeles, veredas y coladas, acompañados de abrevaderos, mojones, chozos y majadas, los cobijos donde pastores y rebaños pasaban la noche. Se llegaban a trasladar 5.000.000 de ovejas cada año. En invierno nuestros pueblos quedaban sin hombres; marchaban hacia el sur no sólo en pro de la ganadería, la recogida de la aceituna y el trabajo en las almazaras les daba una ocupación que nunca fue desdeñada. La calidad de la lana merina fue tan preciada que salvó a las arcas de la corona en no pocas ocasiones. Los vellones viajaron a los Países Bajos en tal cantidad que incluso hubo que regularlo para evitar nuestro propio desabastecimiento.
La cañada que partía de nuestras sierras se llamaba Riojana o Galiana; nos enlazaba con Soria, Madrid y Sevilla. En esta zona se consignan dos trazados: uno principal, que pasa por Brieva, Ventrosa, Viniegra de Abajo y Mansilla, y otro comarcal, que viene de Ezcaray, pasa por la Venta, va hacia Viniegra de Abajo, para luego acceder al Urbión.
En el Trienio Liberal (1820-1823) La Mesta fue oficialmente abolida, aunque su actividad, muy mermada, continuó durante décadas.